La puerta 8
Desde siempre jugué con las puertas de la vida, antes de dormir las abría asomándome a la oscuridad y retrocedía presuroso, temía su detrás.
¿Qué me podía deparar cruzar el umbral?
¿Qué había más allá de la delgada protección del marco?
Sin respuestas me quede encerrado en mi pequeño mundo, crecí, adolecí adolescencia, amé, me desamaron, volé hasta el cielorraso que era mi cielo.
Una noche llené de coraje mis pulmones y grité: ¡Basta! y abrí de par en par la puerta número ocho, mi pie derecho arrastro al alma, los ojos se hicieron lunas mirando a los miedos tantas veces dibujados, mi vida se hizo infinitesimal, la sombra devolvió mi imagen.
Nada, no había nada.
humberto