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´"Pa" que sepan como soy

- humbertomanuelbotana
- CQA, Ciudad Autónoma de Buenos Aires, Argentina
- Me gusta caminar por el cordón de la vereda. El empedrado es más dulce que el asfalto. Llevo una medialuna en el bolsillo y un café con leche en el corazón.
miércoles, septiembre 23, 2020

domingo, septiembre 20, 2020
Palabras
palabras que buscan silencios
se entrelazan vanas
se escurren entre mis dedos
palabras, arena, colores
desierto del alma
huellas que se esconden
cuando bulle gélido el viento del desamor
me recuesto sobre el insomnio
esperando el alba
para teñirla de azul profundo
palabras, arena, colores
¿de qué me sirven?
si ya no están tus labios
sobre la fría sábana de otro amanecer

martes, septiembre 15, 2020
mármol
Mármol
surco
la diagonal de tu silencio
para
balancearme en tus pestañas
cerca
muy cerca de tu mirar
para
gozar sin tiempo tus emociones
te
amo y no me ves
me
suelto y caigo entre tus senos
buscando
abrigo de niño abandonado
los abres como alas
y me deslizo hasta el cáliz
bebo tu vino hasta la última gota
yacente
a tus pies
lloro
sobre la tierra seca
impávida
ignoras mi semen
tu
pedestal de mármol me asfixia

domingo, septiembre 06, 2020
Las acelgas
Las lágrimas se fusionan con el chorro de agua
que cae sobre las acelgas. Se pregunta: ¿Por qué estoy viva?, su marido se dejó
llevar por la muerte a los tres años y dos días de la fecha que secuestraron a
Fernando en la fábrica de autopartes en Campana.
Desaparecido es un estadio que supera a la
propia muerte; no vaya a ser que los cuerpos enterrados dignamente puedan ser
nutrientes para la semilla de la utopía de un mundo sin injusticias.
Nada, desaparecidos, como que nunca existieron,
no tienen entidad, no están ni muertos ni vivos,
están desaparecidos. Esas eran las palabras que usaban los genocidas.
Hierve la acelga en una olla de aluminio
desgastado junto a un hueso de caracú, sólo por unos minutos para que no se
pierdan las vitaminas. Se sirve la sopa en el plato hondo que era uno de los
dos que le quedaban de un regalo de casamiento.
Mientras sorbe el insípido líquido lee la tapa
del diario que había servido de envoltorio de las acelgas, en la misma se
alcanza a ver la foto de un viejo general intentando hacerse pasar por loco
para no ser juzgado por los crímenes cometidos.
La imagen de su hijo apareció enfrente de ella
y se sentó a la mesa; la mujer toma el otro plato de la alacena y le sirve la
sopa caliente diciéndole: toma hijo, debes tener mucho frío.
Pasaron unos minutos o unas horas, que importa,
la anciana se levanta, toma el diario y despaciosamente con la serenidad que
sólo otorgan los años se encamina hacia el baño; ya hacía mucho tiempo que el
inodoro no tenía la tapa, siente una vez más el frío sobre sus arrugadas
nalgas.
Fue un acto natural, como lo requerían las
circunstancias, con las dos manos frota fuerte la página del diario.
Una amplia sonrisa llena de luz su rostro,
hacía 31 años que no tenía tan hermoso semblante, levanta el cansado trasero y apunta
directamente a la foto del que se quería hacer pasar por demente, y con mucha solemnidad se limpia el culo.
Con mucha paz se lava las manos, jala tres
veces de la cadena y allá van: el agua, las acelgas y el viejo genocida.
Vuelve a la cocina y abraza muy fuerte a su
hijo; lo alza en sus brazos y lo lleva a su dormitorio; lo arropa entre las
pulcras sábanas blancas con broderie, se recuesta a su lado besa su frente y lo
sepulta junto con su último aliento.
hmb
